lunes, 4 de diciembre de 2017

Tres líneas de investigación


Se acerca el fin de 2017 y este es un buen pretexto para mirar atrás y hacer balance de las obras que he publicado en los últimos años. En 2007 apareció en el IES de París Building the future. The EU’s contribution to global governance. Entonces, los Chaillot Papers cumplían su número 100, y el Instituto de la Unión Europea quiso resaltar aquella ocasión con un tema importante, la participación de la UE en la gobernanza global. La Estrategia Europea de Seguridad de 2003 (también conocida como Estrategia Solana, que puede leerse aquí con su informe de aplicación) había definido tres objetivos internacionales de la Unión: la lucha contra las amenazas, la estabilización del vecindario europeo y la institución de un multilateralismo eficaz. Años después, mi trabajo de 2007 sugería que la Unión Europea debía ser ambiciosa e implicarse más en los problemas del mundo. Se proponían las siguientes conclusiones: 
- Cambiar la idea del multilateralismo eficaz por la de gobernanza global.
- Reforzar la gobernanza global para la defensa de la democracia, los derechos humanos, el imperio del derecho y el medio ambiente.
- Prestar más atención al desarrollo de África subsahariana.
- Trabajar para la construcción regional en Oriente Medio.
- Dar más medios a la Unión Europea para su política exterior y para el mantenimiento de la paz.
La nueva Estrategia Global de la Unión Europea de junio de 2016 avanza hacia objetivos ambiciosos pero todavía queda mucho por hacer. 

Además de este libro corto en inglés de 2007 y algunos artículos sobre la acción exterior de la Unión Europea y su papel en el mundo, en los últimos diez años he investigado y publicado sobre tres grandes líneas de trabajo. En primer lugar, el Derecho Global. En 2009 publiqué una introducción para estudiantes, y en 2012 un verdadero manual más extenso de 380 páginas. Este manual encontró su versión definitiva en la edición de 2014 Derecho Global. Derecho Internacional Público en la era global, reimpresa en 2017. Ofrecer una panorámica completa del Derecho Internacional en el momento presente fue un verdadero reto, pero también fue una experiencia fascinante y los estudiantes han apreciado el esfuerzo de síntesis. En mis libros se pone el acento en la nueva etapa global desde 1990, que ha permitido la construcción de un sistema normativo basado en una verdadera Constitución global que contiene los grandes principios. Como es obvio, es una Constitución incipiente y en sentido material. No se contiene en un texto solemne, sino que aparece en diversos documentos, como la Declaración del Milenio del año 2000, y otros textos de Naciones Unidas, del Consejo de Seguridad o del G-20.

El segundo campo de trabajo ha sido la filosofía de las Relaciones Internacionales. Esta disciplina se encuentra poco desarrollada en lengua española, aunque contamos con una visión propia de los problemas del mundo y muy buenos profesores. Quizás un exceso de timidez o un exceso de trabajo docente y de investigación minuciosa hacen que no haya muchas visiones generales de la materia de Relaciones Internacionales. En mis trabajos no he intentado (todavía) esa tarea, sino que he querido hacer una reflexión sobre el fundamento en que se basan las relaciones globales hoy. El libro Cosmocracia. Política global en el siglo XXI (2006) ponía el acento en el progreso en las relaciones internacionales, debido a la razón y a fuerzas de humanización, que se observa al mirar los asuntos globales en el largo plazo. En 2014 apareció el ensayo Para comprender el mundo, que utiliza las enseñanzas de las ciencias experimentales y de las ciencias humanas. Este libro afirma que los grandes problemas de nuestro mundo provienen de los instintos humanos, por lo que es preciso hacer avanzar los sistemas de regulación y control de los instintos, como la cultura, la educación y el derecho.


La tercera línea de trabajo consiste en definir qué significa ser español en el mundo actual. Los intentos anteriores son antiguos (Ortega y Gasset, Madariaga, Américo Castro, etc.) y no tienen en cuenta el contexto europeo y global que vivimos, ni están orientados hacia el futuro. En 2014 apareció en El País mi artículo Nacionalismo postmoderno, y en enero de 2016 el trabajo España, nación global en Política Exterior número 169. En septiembre de 2016 se publicó Ser español en el siglo XXI (segunda edición), que contiende dos partes. La primera hace un repaso de los nacionalismos español y catalán. En la segunda, se apunta que ser español hoy consiste en compartir una cultura global, compartir principios y valores democráticos, y compartir una plataforma para actuar en el mundo. Las identidades múltiples de los españoles en un Estado abierto y plural permiten mantener las más diversas ideologías y actitudes ante la vida dentro de un proyecto político común avanzado que se enmarca en la Unión Europea.

En el futuro inmediato, tendré que decidir si empleo mi esfuerzo investigador en el Derecho Global, las Relaciones Internacionales o, de nuevo, hacia el proyecto político común de España.  

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